La urbanización Guadalmina fue adquirida en 1989 por Prima Inmobiliaria, perteneciente al grupo KIO, por 12.000 millones de pesetas (192 millones de euros de 2023, si tenemos en cuenta el IPC acumulado), según informaba el diario SUR el 5 de enero de ese año.

El complejo urbanístico vendido comprendía un hotel de 4 estrellas, dos campos de golf con su club social y una extensión de terreno de 300.000 metros cuadrados, indicaba el periodista Víctor M. Mellado.

 

Un documento poco usual, informe del Ayuntamiento de Marbella a la Dirección General de Seguridad con las medidas necesarias para tomar en caso de huelga, año 1935, del que se pueden extraer datos relevantes para enlazar con otros que ya se conocían.

La fábrica que suministraba electricidad a todo el municipio era la de El Salto del Agua, cuya concesión la tenía la empresa Taillefer, propiedad de un descendiente de aquel perito agrícola francés Augusto Taillefer, contratado en tiempos del marqués del Duero como director de la Granja Modelo, aunque no hay continuidad de la familia en San Pedro Alcántara.

En la fábrica de El Salto trabajaban en 1935 un administrativo y siete subalternos, que no pertenecían a ningún partido ni sindicato, según se recoge en el impreso  (perteneciente al Archivo Municipal). Con ocasión de “huelga extremista” se preveían además de ocho trabajadores un destacamento de veinte miembros de las fuerzas de orden público para su vigilancia, debido a la importancia del centro fabril.

 

 

“La iglesia de la Barriada” situada en el número 1 de la Plaza de la colonia de San Pedro Alcántara, perteneciente al Obispado de Málaga, se valora en 2.400 pesetas, muy lejos de la iglesia parroquial de la Encarnación en Marbella, que asciende a 33.000 pesetas. El documento, fechado en febrero de 1933, se custodia en el Archivo Municipal de Marbella.

Existen algunos edificios de propiedad privada, entre ellos la ermita de El Ángel, de igual valor que la iglesia de San Pedro Alcántara, y la iglesia del caserío de La Concepción, que se estima en algo menos, 2.000 pesetas. Recordemos que estos dos núcleos también tenían su propio cementerio, hoy desaparecidos. El Ángel fue arrasado en tiempos de Gil, y la iglesia de La Concepción se conserva integrada en un edificio del antiguo caserío, ahora dedicado a celebraciones y otros eventos

En el plano se observa el incipiente desarrollo urbano, en especial entre la actual calle Córdoba y la carretera nacional, calle Pizarro y la avenida Oriental (llamada entonces carril del Cortijo), calle Bahía y la zona frente a Los Catalanes, al borde de la carretera de Ronda.
Resulta de gran interés el nombre de los propietarios de grandes parcelas en los alrededores del entonces pequeño núcleo de San Pedro Alcántara, y que en su mayoría fueron compradores de lugares vecinos, como Marbella, Estepona o Istán. Y que hemos numerado de izquierda a derecha y de arriba abajo.
El número 1 corresponde a Juan Illescas, de Estepona, en la actual manzana entre la calle de su nombre, Juan Illescas Pavón (antes carril de La Granja) y calle Alegría (carril del Potril).
El número 2 a Juan Lima, de Marbella, cuya familia se hizo también con el vecino Trapiche de Guadaiza, frente al denominado Cortijo o Casa de Labor, donde se encontraban los establos, almacenes y talleres de la extinguida colonia agrícola.
Cristóbal Parra Sánchez, de Marbella, número, 3, desarrolló una de las primeras urbanizaciones del entorno, año 1961, Los Ángeles, llamada así por el nombre de su esposa, que ocupaba 250.000 metros cuadrados, desde la carretera hasta el mar.
El número 4 representa a Alonso Romero, en el extremo izquierdo del plano, en el entorno del actual Palacio de Deportes, cuyo nombre se repite en una zona muy cercana al centro de la localidad, número 10, la llamada Urbanización Romero.
Como Viuda de Robledano se rotula otra gran parcela, número 5, se trata de Carmen González-Villalobos Ruiz, esposa del último administrador de la colonia sampedreña, Juan Robledano Ruiz, quien además de esas tierras adquirió la Casa Administración en la plaza de la Iglesia, con el amplio huerto-jardín anejo, número 11.
Al norte de Los Catalanes, las propiedades corresponden a Juan Troyano Villalba, número 6, y José López Rodríguez, número 7. Mientras que al sur, sobre unos 28.000 metros cuadrados, José Ramos Fernández, número 8, será el promotor de un barrio similar a los Catalanes, con calles paralelas a este, en disposición este-oeste y viviendas de escasa altura.
Más cercano al centro del pueblo adquirió una amplia zona, Juan Macías Ortega, de Istán, número 9, y las dos plazas actuales en esos terrenos, recuerdan tanto al anterior propietario como al municipio de origen del mismo.
Además de los números 10 y 11 ya citados, se abren parcelas más pequeñas, en las traseras de los edificios de la plaza, pertenecientes a Joaquín Amores, número 12 y Fernando Caracuel Bellido, número 13, terreno que perteneció al jardín de la Villa de San Luis y que el Ayuntamiento de Marbella adquirió en la década de 1940, quedándose con la Villa y subastando el antiguo jardín de la residencia principal de la finca agrícola. En ambos casos, Amores y Caracuel son antiguos vecinos de San Pedro Alcántara, al contrario de los nombres que hemos citado, de Marbella y otros municipios vecinos. Otra diferencia, en relación con la mayoría de los sampedreños, es que por su limitado poder económico solo pudieron optar, y con dificultad, a su vivienda y tierras de mucha menos extensión.
Cierra esta relación, con el número 14, el finlandés Gustavo Tayaststyerna, en las alturas cercanas al cementerio, germen de la urbanización Telva o Linda Vista Alta, que acogió a numerosos extranjeros de la misma nacionalidad.

Plano: Archivo Municipal de Marbella

 

Entre 1942 y 1963 se construyen en el municipio de Marbella 264 viviendas por parte de organismos oficiales: 107 por parte de la Obra Sindical del Hogar, 56 del Ministerio de Vivienda, 49 del Patronato de San Bernabé y 52 del Ayuntamiento.

Entre ellas solo 6 en San Pedro Alcántara, poco más del dos por ciento, cuando el número de habitantes suponía aproximadamente el veinte por ciento municipal.

Una clara desigualdad, acentuada por las deficiencias de las viviendas sampedreñas, la mayoría de la antigua colonia.