Historia Casual RV

Presentación de la novela HISTORIA CASUAL DE SAN PEDRO, de José Antonio Moreno Durán. 2 de febrero de 2007

Buenas noches. En primer lugar quiero expresar mi alegría y mi orgullo por estar hoy aquí, entre ustedes, queridos amigos y amigas, y compartir con José Antonio Moreno Durán el gran acontecimiento que es, sin duda, la presentación de la novela, de su novela, Historia casual de San Pedro, la primera de un autor que ha nacido en esta localidad, que sigue viviendo en ella, y cuyo tema gira en torno a la historia pasada, y presente, de este pueblo en expansión, de esta ciudad sitiada, que es San Pedro Alcántara.

Todo eso son méritos, al igual que el esfuerzo desplegado por José Antonio en los últimos tres años para concebir, escribir y editar la novela. Pero el verdadero mérito, es que él, atrevido, temerario diría yo, no ha publicado relatos cortos, como suele ocurrir con el escritor que comienza, sino que se ha atrevido con un volumen de algo más de 300 páginas, y ha salido airoso de tamaña empresa. Tan airoso, que algún experto crítico que ha leído la obra, lo considera ya, como uno de los mejores narradores en el panorama literario de nuestro entorno.

Ustedes podrán comprobarlo cuando lean la Historia casual de San Pedro, y podrán compartir el privilegio que tuve yo hace un año, cuando José Antonio me comunicó que había escrito una novela, y me entregó el manuscrito, para que le expresara mi opinión sobre él.

Dicho esto, voy a ofrecerles unas notas, a modo de biografía del autor, y un breve comentario sobre la obra. Para pasarle a continuación la palabra a José Antonio, el verdadero protagonista de la noche de hoy en Las Medranas.

A MODO DE BIOGRAFÍA

Su familia procede de la vecina colonia de El Ángel, aunque él nació en San Pedro, donde cursó sus primeros estudios, los de la Enseñanza General Básica y los de bachillerato. Años de adolescencia donde ya prefería las asignaturas de letras y en los cuales obtuvo un premio de poesía en el instituto.

En Málaga comienza Ciencias Empresariales, pensando en ser el soporte estratégico- contable de las empresas familiares, pero los números nunca han sido lo suyo y tras dimitir de los estudios, comenzó a trabajar con la familia.

Descontento de su situación busca nuevos horizontes, y como José Antonio tiene aficiones locales, pero no localistas, busca en el extranjero ocupación, y así, en plan aventurero marcha a Francia donde permanece cuatro años. Trabajando de camarero, sí señores, se va de la Costa del Sol, paraíso mundial del turismo, para trabajar en la hostelería gabacha. Las cosas de Moreno Durán.

Pero bueno, hay que aclarar que ejercía en el bar de una librería, algo que siempre deseó poseer. Luego ocupa otros puestos que le permiten tener tiempo libre y se dedica a leer, a escribir, en suma a soñar.

Recuerda José Antonio estos años como de lecturas sosegadas en las bibliotecas públicas de la capital del Sena, plenos de gozo y de reconocimiento hacia la protección pública de la cultura por parte del Estado francés. Y también acude con frecuencia a la biblioteca del Instituto Cervantes, para consultar obras relacionadas con la carrera de Historia, que comienza a través de la Universidad a Distancia.

José Antonio pasa a trabajar a otra librería, la del pequeño y coqueto Museo de Luxemburgo. Allí encontrará una tertulia ideal con otros trabajadores y estudiantes, hispanos e hispanas, italianos e italianas, filólogos e historiadores del arte, y un día en ese museo, pudo conocer en persona a su admirado Mario Vargas Llosa.

Desde París José Antonio viaja sin cesar, su otra gran pasión junto con las letras, y conoce el Berlín unificado, el museo vivo que es Roma, los grandiosos edificios de Viena o el barrio viejo, escenario de cuento, de Praga.

Europa en la mochila y el corazón. Y en París sigue leyendo, atreviéndose con Víctor Hugo y sus Miserables en versión original, y sigue escribiendo. Historia Casual de San Pedro va tomando forma, aunque será en otro país, en concreto en un pueblecito de Irlanda, Galway, donde pasa unos meses, en los cuales logra ponerle punto final.

De esto y de otras muchos temas hemos cruzado José Antonio y yo nuestras opiniones en charlar peripatéticas, o lo que es lo mismo aprender mientras se pasea, al modo de algunas antiguas escuelas filosóficas griegas. No es lo mismo que patéticas, pero sí tenían algo de esto último, pues algunas se hacían mientras acudíamos a las manifestaciones por el soterramiento, y es que en San Pedro resulta patético el tener que exigir durante años lo que en otros lugares son servicios normales.

LA NOVELA

Ahora, presentemos la novela. Una tarea agradable, aunque nada fácil, pero que asumo por la amistad que me une con José Antonio, una amistad compartida en diversos temas: la afición por la historia, la devoción por la literatura, y un inmenso y prolongado apasionamiento, no exento de compromiso, por este pueblo, nuestro adorado San Pedro Alcántara.

La narración arranca desde la época fundacional de la colonia agrícola, con la llegada de los primeros colonos desde Málaga en una caravana encabezada por el marqués del Duero a caballo, más propio del oeste americano que de lo ocurrido en realidad, pero bueno, no me ha hecho caso en mis apreciaciones, y allá él con su relato.

Un relato que desde el primer momento presenta rasgos autobiográficos, pues un ascendiente del protagonista/autor, natural de la vecina colonia de El Ángel, es quien cura al marqués de unas fiebres, que estaban a punto de llevarlo a la tumba.

Continúa la narración por distintas fases de la historia local, que incluye la guerra civil y los años iniciales del turismo, con el auge de la construcción y el consiguiente desarrollo demográfico de San Pedro. Pero el momento en el cual se desarrolla la mayor parte de la novela es durante las elecciones municipales de 1995, desde el particular punto de vista de la formación política independentista, teniendo como fondo los años más duros del gilismo.

Años en los cuales existió una clase política parasitaria, inmensa, movida por sus propios intereses. San Pedro fue víctima de esa clase política. Muy cerca tenemos el recuerdo de los vencedores, que iban por la calle plenos de arrogancia, y todavía hay algunos que proclaman que estaban encantados de la vida, sin el más mínimo complejo de culpa.

Un método de política-gestión que tenía muchas características mafiosas, que combina la extorsión y la protección. Nadie quiere ser extorsionado, pero algunos o muchos quieren ser protegidos y gozar de preferencia en la adjudicación de concursos públicos o en la concesión de licencias urbanísticas.

Necesitamos más autores como José Antonio, con la capacidad de dar fe de lo que fue aquello y necesitamos una nueva generación de gobernantes con la habilidad suficiente para superar el lamento general en el que se ha convertido el balance de esos años.

Y es que José Antonio Moreno Durán pertenece a una generación perdida, la de aquellos que durante los últimos 15 años han permanecido en los guetos de la política, han sido candidatos, nada más y nada menos, candidatos, bella palabra que en latín significa cándido, por las ropas blancas que vestían los que pretendían alcanzar el poder en la antigua Roma. Ellos no pudieron gobernar y no hemos podido conocer su buen hacer, y ver como florecían, no sólo los jardines sino también la cultura o el deporte.

¡Pero atención! Esto es una novela, no es un libro periodístico ni un ensayo histórico o sociológico. Es un relato de ficción, por lo tanto aunque esté encuadrado en un paisaje y en un paisanaje, hay que advertir, y él insistirá en ellos cuando intervenga esta noche, que las personas del libro no tienen que identificarse necesariamente con personas reales de San Pedro.

El protagonista principal del libro es Amadeo Cienfuegos, narrador en primera persona, seguido de su amigo íntimo, Paco Cadenas, admirado por Amadeo, con cualidades que le sobrepasan en talento personal o en relaciones amorosas.

Sin embargo, para mí, ambos son superados por un actor secundario, si queremos utilizar la terminología cinematográfica, en estas semanas de premios Óscar o Goya. Se trata de Salvador Espada, perfectamente ambientado en su escenario natural: el bar Hermano Espada. Pienso que es el personaje que más puede atrae al lector, un mítico de San Pedro, como lo califica el narrador, rodeado de planetas y satélites, que acuden a la tertulia de su bar, y que goza de una gran influencia sobre los jóvenes valores del independentismo.

Y es que muchos de los aquí presentes os veréis retratados en el libro, y algunos con los verdaderos nombres y apellidos: el amigo Juan Andrés, el reportero Mata, el montañero Lolo. En general está todo el pueblo de San Pedro y en particular los miembros del I.S.P. aunque otros «están muy difuminados», de este modo ustedes no podrán averiguar la auténtica personalidad de un tal Lucas Ballena, alguien que en sus viajes a Sevilla para entrevistarse con el abogado Clavero conducía como alma que persigue el diablo, ni a un miembro de la ejecutiva de complexión hercúlea de apellido Sol, ni a un concejal, Tadeo Grandes, profesor por más señas.

Pero en fin, la consecuencia de todo ello no será muy grave, en todo caso se le acabara la carrera política y algunos amigos dejarán de hablarle por inspirarse en ellos.

Yo, por si acaso, advierto que no he tenido nada que ver en la gestación de esos personajes, y lo digo en atención a algunos artículos del Código Penal, aquellos que hablan sobre el respeto al honor y a la intimidad. De todas formas, el libro lo notarán ustedes algo caro, yo sospecho que lleva un sobreprecio, que incluye un seguro por si tuviera que abonar fianza a cuenta de alguna querella.

En realidad, José Antonio se ha mostrado benevolente, lisonjero a veces, utilizando una palabra que él suele emplear, para mi gusto demasiado benevolente sobre algunos personajes, sobre los que hubiera podido cargar más las tintas.

En cuanto al estilo huye de barroquismos innecesarios, nada alambicado, aunque tiene cierta afición por dejar clara constancia de su cultura y no faltan las citas, tanto en castellano como en latín.

Su literatura es de personajes muy definidos. Y en la novela nos descubre de forma progresiva, jugando muy bien con el presente y el pasado, los acontecimientos de una saga familiar. Lo que no podemos tener de él son referencias con otros rasgos literarios locales, pues él es la primera referencia.

La novela de José Antonio resume su visión del mundo, la manera de vivir que ha elegido. El moverse de un lugar a otro, el conocer gentes, y transmitirlo a los demás. Todo esto es la clave de una obra en la que el componente costumbrista se justifica por la propia perspectiva del narrador hacia la materia narrativa.

Historia casual de San Pedro no es una novela histórica, aunque tenga incardinados elementos históricos relevantes. Lo que sí posee son elementos de la novela española de costumbre, de la cual Pérez Galdós es su más reconocido exponente. El libro en algunos momentos resulta corrosivo, fuera de lo normal, pero atractivo y de ágil lectura.

El paisaje ocupa un lugar importante en el texto y los personajes discurren con naturalidad por las páginas. No falta el sentido del humor, con escenas muy conseguidas, y una comprensión muy cervantina por las personas, con un gran deseo de libertad, además de alguna que otra aventura erótica. El individualismo es el rasgo más importante de la personalidad de Amadeo y el punto de partida de la literatura. Y de fondo, la lucha de unos jóvenes, de todo un pueblo, en reivindicación por algo tan natural, como un ayuntamiento propio.

El final, esencial en cualquier obra, es un final logrado. Inesperado y bien construido, donde culmina la trama doble, casi policíaca, del amigo Paco Cadena, alter-ego del protagonista de la novela.

Como buen libro tiene varias lecturas, y espero que sirva para despertar algunos sentimientos. Aunque no es fácil lograrlo. Pues andamos adormilados, soñando con el consumo y la fiesta, temerosos de aceptar un tiempo sin pensamiento ni mirada, donde parece roncar la propia memoria.

En suma, una obra extraordinaria cuya estimulante lectura produce un vértigo intelectual y sensorial que sólo el consumo voraz de sus páginas es capaz de mitigar

Por todo lo dicho hasta ahora, no sólo deben ustedes comprar un libro, sino que usted están obligado a adquirir, al menos otro, para regalárselo a un amigo, destinatario de un precioso regalo,

Y permítanme terminar con unas palabras del propio José Antonio Moreno Durán, y que me disculpe por revelar la confidencialidad de un correo electrónico, de los muchos que nos hemos cruzado en los últimos tiempos, y en los que enjuicia su propia obra como: «Un ejercicio de creatividad que necesitaba de un escenario, y nada mejor que mi pueblo, que tanto y tan bien creo conocer, dándole de paso un sentido homenaje a esta tierra que me vio nacer y que tanto quiero.»

José Luis Casado Bellagarza

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