Vega Guadaiza Mar

Vega de Guadaiza

El Trapiche de Guadaiza, envuelto hoy entre andamios y anclajes para evitar su derrumbe, por causa de un proceso de restauración inacabable, lo mandó levantar el francés Juan Bautista Lesseps allá por el año 1823, para poder moler la caña de azúcar que se cultivaba en la vega baja del Guadaiza, dada la dificultad que tenía para poder hacerlo en la otra fábrica de su propiedad: el Trapiche del Prado, situado al norte de la ciudad de Marbella.

Pero antes de Lesseps el propietario de las tierras en torno al río Guadaiza había sido Enrique Grivegnée y Housse, un importante hombre de negocios belga que había hecho fortuna en la pujante Málaga de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.

Resumiremos para el lector unos artículos aparecidos en el diario SUR en el año 1968 y que nos acercan a este personaje que lo fue todo en el municipio de Marbella en las dos primeras décadas de 1800, y que acabó arruinado por el papel que jugó con los franceses durante los años de la Guerra de la Independencia.

El primer artículo, de Fernando Alcalá Marín, se titulaba «El Trapiche» (número 5 de la serie «Marbella de ayer y anteayer»), y fue publicado el 27 de febrero de 1968.

Comenzaba diciendo que las últimas generaciones de marbellenses no relacionan, por desconocimiento de su historia, el Trapiche [del Prado] con la fabricación de azúcar, pero sí con un vino «moscatel oscuro y dulcísimo» elaborado en la bodega que ha ocupado el edificio más recientemente y cuyo propietario es Mateo Álvarez.

La caña de azúcar había dado épocas de prosperidad a la Marbella de los siglos XVII y XVIII, cuando el Trapiche estaba en funcionamiento, pero a finales de este último siglo se encontraba abandonado. Sería una Real Orden de 12 de enero de 1800, de Carlos IV, la que dispuso la venta del trapiche en ruinas, con sus tierras y privilegios al hacendado de origen belga, Enrique Gryvegne Hoisse (sic), para restablecer el cultivo de la caña y la fabricación de azúcar.

El nuevo propietario puso en marcha la fábrica, que daba ocupación diaria a más de 100 jornaleros. Además participó activamente en la vida de la localidad. Así, en 1804 pone a disposición del Ayuntamiento 300.000 reales, como préstamo sin interés, ante una grave situación de falta de alimentos. Y en 1810 aporta 3.000 reales para completar la recaudación que exigían los invasores franceses para evita el degüello de la población.

Además, con Grivegnée Marbella se vincula, según Alcalá, con importantes personajes, descendientes suyos, como Eugenia de Montijo, emperatriz de los franceses, o Fernando de Lesseps, constructor del canal de Suez.

La definitiva decadencia del Trapiche como fábrica de azúcar debió producirse durante los años que siguieron a la Guerra de la Independencia.

Sin embargo, la tradición azucarera de la comarca tendría continuidad en El Ingenio de San Pedro Alcántara, «que han conocido muchos que todavía no se consideran viejos».

PD
El lector interesado puede obtener más información sobre Grivegnée en el libro de Fernando Alcalá titulado Marbella de Ayer, 1800-1900, y que fue publicado en 1980, y que encontrará más fácilmente que el trabajo que acabamos de reseñar.

En una siguiente entrada resumiremos unos artículos de Ricardo Huelin y Ruiz Blasco, publicados también en el diario SUR durante el año 1968.

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