Bovedas Perez Bayer

Las Bóvedas. Francisco Pérez Bayer, 1782

Desde hace siglos, eruditos, historiadores y viajeros nos legaron, a través de sus escritos y dibujos, su impresión sobre Las Bóvedas.

Uno de los primeros testimonios que conocemos es el del historiador rondeño Macario Fariñas del Corral, que en un manuscrito de 1663 que se conserva en la Real Academia de la Historia, titulado Tratado de las Marinas desde Málaga a Cádiz y algunos lugares sus vecinos según fueron en los siglos antiguos, dice de las termas:

«Este sitio parece ser unas ruinas romanas, que están a dos leguas de Marbella camino de Gibraltar. Llámanle las bóvedas, porque hay aquí unos acueductos por debajo de tierra de más de media legua de largo, y allí junto unas salinas, aunque no se benefician, que parece dieron el nombre de Salduba.»

Como se puede apreciar, Fariñas identifica Las Bóvedas con la ciudad de Salduba. Opina que este nombre deriva de las salinas que se encontraban allí, que en su tiempo estaban abandonadas, aunque en realidad se trataba de pilas de garum, una especialidad de pasta de pescado en salazón, que se exportaba desde la costa malagueña a los lugares más remotos del Imperio romano.

Un siglo después, exactamente el 9 de agosto de 1782, pasó junto a las termas Francisco Pérez Bayer, y las describe en su Diario del Viaje de Andalucía y Portugal, como un edificio octogonal hecho con piedras pequeñas, pero que unidas con arena y cal forman un durísimo hormigón. Pérez Bayer le atribuye al edificio un parecido con el templo o Panteón de Agripa de Roma. Lo mandó dibujar, tal como lo reproducimos aquí, gracias a la gentileza de Francisco Javier Albertos Carrasco, que nos hizo llegar la copia del grabado que se conserva en la Real Academia de la Historia.

Entre otras referencias del siglo XIX, de autores españoles y extranjeros, podemos citar la de Juan Agustín Ceán-Bermúdez, que en el Sumario de las antigüedades romanas que hay en España, publicado en Madrid en 1832, recoge los dos elementos que eran visibles en esos años, el edificio de las termas y el acueducto cercano. O las del inglés Richard Ford, que en 1844 publicó The hanbook for travellers in Spain, donde también cita Las Bóvedas con los arcos romanos de su acueducto.

Continuará

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